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  • BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL BARRIO EGIPTO

    BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL BARRIO EGIPTO

    Colonia Española

    Lo que hoy es el barrio Egipto era en la época de la colonia española un lugar montañoso y boscoso, quedaba afueras de la entonces ciudad de Santafé (hoy Bogotá), en ese lugar caían rayos y fuertes tormentas que causaban diferentes reacciones de temor y pánicos de sus habitantes, tanto españoles como muiscas; es por ello que decidieron las autoridades eclesiásticas y civiles en clavar una cruz de hierro.

    La periferia de la ciudad de Santafé creció en el siglo XVII hacia la zona de la cruz, donde se construyeron las primeras casas de paja y adobe, dichas residencias rudimentarias formaron parte de la primera parroquia: La Catedral. El padre agustiniano Jerónimo de Guevara y Troya, tras ver que las parroquias como La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino no tenían cabida para la realización de misas hacia aquellos pobladores en condición de pobreza, los primeros mestizos, los indígenas de los lugares aledaños del antiguo pueblo de Teusaquillo y de los primeros campesinos que iban a la ciudad para vender sus productos; decidió crear una ermita en la zona donde estaba el denominado Patio de los Naranjos, al frente de la cruz de hierro, por ello solicitó permiso de construcción al entonces arzobispo fray Cristóbal de Torres para su aprobación en el año 1651; mediante documento escrito a mano, pidiendo formalmente que fuera erigida el lugar de su propia residencia, la ermita dedicada a la Virgen María, al esposo putativo San José y al Niño Jesús, en su destierro y huida a Egipto. La arquidiócesis de Santafé dio el visto bueno a la solicitud y la ermita quedó con el nombre de Nuestra Señora del Destierro y Huida a Egipto de los extramuros de la ciudad de Santafé.

    La ermita fue terminada, recibiendo donaciones de pinturas y óleos de artistas como Baltazar Figueroa, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos y del taller europeo de Pedro Pablo Rubens; la mayoría de ellas eran escenas de la Virgen María, del nacimiento del Niño Jesús y de los diferentes santos venerados y reconocidos de aquella época, entre ellas la imagen de Santa Orosia.

    Las chozas edificadas alrededor de la ermita eran puntos de descanso para aquellos feligreses que iban en ascenso hacia otras ermitas como Guadalupe y La Peña, teniendo en cuenta con la tradición muisca de visitar a santuarios para rendirles culto.

    Llegando al año 1736, el arzobispo de Santafé Antonio Claudio Álvarez de Quiñones erigió a la ermita de Egipto como capellanía, para cumplir con el testamento del padre Guevara y Troya, y continuar con las aplicaciones de las indulgencias establecidas por la Santa Sede. Sin embargo, la edificación sufrió de fuertes sismos en el siglo XVIII y era reparado con los escasos recursos que tenía la capellanía.

    Años después de la institución del virreinato del Nuevo Reino de Granada, en 1757, el virrey José Solís Foch de Cardona, reconocido en ese tiempo por ser uno de los pocos virreyes carismáticos y piadosos, estableció construcciones de infraestructura para beneficio de la ciudad de Santafé, como la construcción del Acueducto de Aguanueva y el paseo empedrado con el mismo nombre hacia el acueducto, pasando de subida por la ermita de Egipto, dichos lugares fueron visitados oficialmente por la misma autoridad virreinal, para inaugurarlos e inspeccionarlos.

    Teniendo en cuenta con los reportes de la arquidiócesis de Santafé sobre la capellanía y por los 100 años de funcionamiento de la ermita, el papa Clemente XIII estableció la siguiente bula papal en el año de 1759, para conceder más indulgencias a los feligreses, pero esa vez será de manera de jubileo permanente en un período de 15 años, contados a partir del 16 de agosto de 1776. Para cumplirla, el capellán Pedro José del Gadillo y Garnica creó la Novena Devotísima a Nuestra Señora del Destierro y Huida a Egipto y realizarla en los 9 días anteriores del 6 de enero, día de los Santos Reyes Magos, que sería la fecha indicada para iniciar las fiestas patronales a Nuestra Señora de Egipto. Dicha novena fue impresa oficialmente en 1789.

    Las denominadas Fiestas de Egipto de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX eran atractivas por los vecinos pobres y humildes, entre indígenas artesanos, mestizos, pulperos, chicheros, aguadoras y campesinos de lugares cercanos. Cabe destacar que la parte religiosa de las fiestas la realizaba la Capellanía de Egipto, mientras la parte de gastronomía, bebidas, bailes y juegos de azar eran efectuados por los vecinos de la ermita.

    Siglo XIX

    Llegaba la Independencia de la corona española y las actividades de los vecinos del sector de Egipto era de respaldo a dicho proceso, interrumpiendo sus propias fiestas, en especial cuando ocurrió en la primera guerra civil entre los años 1813 y 1814, decretadas por el gobierno del entonces estado de Cundinamarca; además, los vecinos residentes debían enrolarse en las filas del ejército patriota y las mujeres en rezar por ellos. Las celebraciones se reducían a misas y novenas que se realizaban todos los días por parte de la Iglesia Católica, con tal de salvar las vidas de los santafereños y perder gran parte de las fiestas patronales, muestra de ello fueron los pasquines con el aviso del entonces capellán Juan Zalamea, quien invitaba para el Día de Reyes a la misa del medio día en la ermita de Egipto y a unas funciones teatrales en una de las casas cercanas de la ermita.

    Tras la llegada del ejército español bajo el mando de don Pablo Morillo, para reconquistar al Nuevo Reino de Granada e imponer medidas de castigo y represión a los líderes criollos; algunos vecinos humildes de Santafé querían que fuera así, porque tras luchas internas entre los mismos criollos en la Patria Boba generaban indiferencias y desconfianzas, sólo querían vivir tranquilos y reiniciar sus propias fiestas como las de Egipto. Próceres de la Independencia como Policarpa Salavarrieta, Juanchito Molano y Hermógenes Maza estuvieron en el arrabal de Egipto de manera clandestina, para ocultar de los españoles. Sólo el general Maza salió con buena suerte, tras los fusilamientos de la Pola y de Molano bajo órdenes del virrey Juan Sámano; el vengador patriota residenció en una de las humildes casas del arrabal de Egipto y el único con quien podía hablar era con el abanderado y posterior pintor José María Espinoza quien, recibió el indulto del general Morillo.

    El siglo XIX ha sido esquiva con las Fiestas de Egipto que, aunque realizaban de manera anual, no despertaba el interés de los aristócratas, ni de los habitantes de las mejores condiciones económicas, ni mucho menos de aquellos viajeros y forasteros europeos, cuyos relatos no eran favorables a Bogotá en algunas ocasiones. Muy pocos referenciaban a la Capellanía de Egipto con las llamativas y concurridas Misas de Aguinaldos, dentro de las Fiestas de Navidad.

    A comienzos de la década de 1880, el arzobispo Vicente Arbeláez decidió expedir un documento para erigir a la Capellanía de Nuestra Señora de Egipto y declararla como parroquia, fechada el 16 de diciembre de 1882, continuando como patrona mayor a la Virgen María y como patrona menor a Santa Orosia; en dicho documento mantenía las fechas de las celebraciones patronales del día 6 de enero. A partir de ahí, y con la creación de la República de Colombia por la Asamblea Constituyente de 1886 del gobierno de Rafael Núñez, y el restablecimiento con la Iglesia Católica a través de un concordato; el interés del municipio de Bogotá por el sector de la Parroquia de Egipto era importante, tanto que el Concejo Municipal declaró como barrio a la Parroquia de Egipto, a través del Acuerdo Municipal 20 de 1890; permitiendo la plaza de mercado a la entonces Plazoleta Hermógenes Maza y la creación de una inspección municipal y de policía.

    Escritores como Ignacio María Gutiérrez Ponce, José Manuel Groot, Rafael Serrano Camargo, Salvador Camacho Roldán y el más conocido por los vecinos del Barrio Egipto, José María Cordovéz Moure; dieron a conocer, sean por los diferentes periódicos municipales de finales del siglo XIX, o por los libros impresos de esa época; las fiestas patronales de la Parroquia de Egipto, tanto así que el mismo Cordovéz Moure, al ver las coincidencias con el día de los Santos Reyes Magos, denominó a esas fiestas como la Fiesta de Reyes Magos del Barrio Egipto desde la década de 1890.

    Comienzos del Siglo XX

    A comienzos del siglo XX, tras el estallido de la Guerra de los Mil Días y de la Independencia de Panamá; el Barrio Egipto se constituyó como uno de los primeros barrios obreros, tanto que algunos de los humildes moradores de escasos recursos económicos decidieron en asentar en la zona del denominado Paseo Bolívar, del cual la llamaron como “Barrio Paseo Bolívar”, que había causado problemas de salubridad y de inseguridad para el sector.

    Tras la restauración de la fachada por parte del párroco Guillermo Ángel y Ovalle, y la conservación de la misma edificación por parte del padre e historiador Juan Crisóstomo García, dieron continuidad con la celebración, no sólo de las Fiestas de Reyes Magos, sino de la celebración de la Semana Santa y de las Misas de Aguinaldos.

    El arzobispo Bernardo Herrera Restrepo decidió llamar al presbítero Julio César Beltrán, para nombrarlo como párroco de Egipto y atender ante las necesidades de una comunidad que estaba en graves condiciones de pobreza. A partir de 1914, el padre Beltrán escuchó las diferentes inconformidades de los feligreses y con ellos acordaran en la construcción de un templo amplio y cómodo, como una empresa de caridad que favorecería a los vecinos del barrio en ser partícipes de ella. Para ello, emprendió viaje hacia Roma, no sólo para realizar los seminarios para llegar a ser monseñor, sino también en buscar ideas de arquitectos italianos para dar forma a la construcción del nuevo templo parroquial.

    Sólo la comunidad de vecinos respaldaba el proyecto del párroco y con el primer apoyo económico que donaba la arquidiócesis de Bogotá, comenzaban con la construcción del nuevo templo parroquial sobre el lugar donde estaba la edificación de la ermita. Para la participación de la comunidad, organizaban bazares y diferentes festividades, con tal de obtener recursos económicos para la compra de materiales de construcción, realizar jornadas de alimentación como la denominada “Barriga llena, corazón contento”, y la creación de un gimnasio infantil para educar a los hijos de los trabajadores de la construcción, campesinos y artesanos con escasos recursos.

    En la década de 1930, el municipio de Bogotá estaba expandiendo sus límites, constituyendo nuevos barrios, conllevando al desalojo del denominado “Barrio Paseo Bolívar”, sector marginal que iba desde la Plazoleta Hermógenes Maza hacia el Parque de la Independencia.

    En la década de 1940, el Barrio Egipto era conocido por su plaza de mercado y por la venta de chicharrones, de morcilla, de chicha y de aguardiente artesanal. En ese tiempo, para dar participación de la comunidad se creó la Junta de Mejoras Públicas, que se reunía todos los domingos para tratar asuntos relacionados con el mejoramiento de las edificaciones y la infraestructura del barrio, además era apolítica de los partidos tradicionales, esa junta fue antecesora de lo que sería la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto.

    Lo que también era famoso el Barrio Egipto de esa década era el surgimiento de una de las primeras bandas dedicada al contrabando del aguardiente artesanal denominado en ese tiempo como “chirrinchi”, esa banda era conocida como “Los Cafuches”, liderados por el señor Fidel Baquero más conocido como “Papá Fidel”, quien se enriquecía del negocio del contrabando para favorecer a sus vecinos más pobres y también para auspiciar a festividades. Era liberal, convenciendo a sus integrantes en respaldar al doctor Jorge Eliécer Gaitán, un digno ejemplo que surgió en el Barrio Egipto.

    El asesinato a Gaitán y el surgimiento del Bogotazo el 9 de abril de 1948, marcaron una profunda herida de los moradores, vecinos y amigos del enérgico liberal en el Barrio Egipto; quienes después fueron olvidados por los gobiernos conservadores de los presidentes Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, quienes decidieron prohibir el expendio y comercialización de la chicha.

    El padre Jiménez

    Tras el incremento de la pobreza, los crímenes y el abandono de las autoridades nacional y municipal al Barrio Egipto; la arquidiócesis de Bogotá llamó al presbítero Luis Alejandro Jiménez Mallarino para que se quedara al frente de la Parroquia de Nuestra Señora de Egipto desde 1950. Como se dio cuenta que la comunidad no quería abandonar sus costumbres tradicionales, comenzó en investigar por su propia cuenta sobre la historia de la ermita, encontrando documentos invaluables escritos por el fundador Jerónimo de Guevara y Troya.

    Teniendo claridad de lo investigado, el párroco se reunió con la comunidad para replantear y fortalecer la Fiesta de Reyes Magos del Barrio Egipto y expresar ante toda Bogotá que las Fiestas de Egipto eran las más antiguas de Colombia, a la vez, creó nuevas sociedades mutuales, como: La Guadalupana, El Cinto, Guadalupe y la Mixta. La creatividad organizativa y planificadora del padre Jiménez a las Fiestas de Reyes Magos eran de grandes proporciones, que llamaron poco a poco a los medios masivos de ese momento, para convocar a la gran mayoría de los bogotanos entre las décadas de 1950, 1960 y 1970.

    Desde 1966 se creó la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto, cuyo principal objetivo era la continua labor que dejó la Junta de Mejores Públicas, pero de una manera más social e integral, tanto que apoyó las gestiones del padre Jiménez. Sin embargo, el interés del Egipto Bajo contrastaba con las necesidades primordiales del Egipto Alto, sector que sólo reconocía la figura comunal y espiritual del presbítero Luis Alejandro Jiménez.

    Cabe destacar que la labor social, comunal y educativa de la Parroquia de Egipto, en conjunto con la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto, ha sido de gran importancia para toda la comunidad en estado de pobreza, tales como el fortalecimiento del Jardín Infantil Santo Domingo Savio y de la Escuela Quinta Díaz, el mantenimiento de la malla vial del barrio, entre otros. El gobierno nacional decidió apoyar en las gestiones de la Parroquia de Egipto y emprender con el sistema de tiendas IDEMA, inaugurado por el Ministerio de Agricultura junto con la parroquia, en el lugar donde funcionaba el abandonado Teatro Egipto durante la Fiesta de Reyes de 1974.

    Pero las ambiciones del distrito estaban claras con el proyecto de la “Avenida de Los Cerros”, dicho proyecto recibió la fuerte oposición de la comunidad, reflejada por las protestas de líderes comunales contra dicho proyecto mostrado por el gobierno del entonces alcalde mayor Carlos Albán Holguín. El desconcierto popular ante semejante proyecto era inminente, quienes en conjunto con los demás barrios conformaron los Comités Pro-Defensa de los Barrios Surorientales para apoyar a las diferentes Juntas de Acciones Comunales, quienes iban a ser respaldados por ciertos sectores políticos, que sólo querían ganar simpatía de los vecinos del sector e impedir que el proyecto fuera una realidad.

    El padre Rueda

    En 1977, el arzobispo de Bogotá cardenal Aníbal Muñoz nombraba al presbítero Fernando Rueda Williamson como párroco, quien pensó en dar mayor importancia en las acciones sociales y comunitarias con el Barrio Egipto.

    Los jóvenes de ese tiempo, al sentirse más pobres y sin oportunidades laborales ni educativas, cogieron un rumbo más fácil, no sólo para subsistir, sino para vulnerar los derechos de los demás: las pandillas. Con la influencia histórica de “Los Cafuches” y la llegada del negocio de las drogas alucinógenas, como: cocaína, marihuana, bazuco; decidieron crear sus propios negocios del microtráfico de manera clandestina, además de demarcar las fronteras invisibles de su propio territorio y vigilar sobre el tránsito de las personas por el sector. Si alguna persona desconocida o algún vecino generaban malestar a los líderes de las pandillas, esos grupos se encargaban de atracarlos o matarlos, así comenzaron “Los Gasolinos”.

    A comienzos de la década de 1980, el padre Rueda decidió dar el uso de la tienda IDEMA como un lugar del taller de reciclaje, donde invitaba a los vecinos del barrio en ser partícipes de ello, en especial de aquellos jóvenes que no estaban de acuerdo en pertenecer a aquellas pandillas.

    Mientras eso sucedía, el IDU revivía con la construcción de la Avenida de Los Cerros, dando conceptos legales que justificaban el proyecto de la avenida de 4 carriles, pasando por la periferia oriental de Bogotá. La comunidad tuvo poco conocimiento de esas gestiones de bajo perfil que realizó el distrito con el Concejo de Bogotá y a partir de 1982 se aterraron tardíamente de la aprobación del proyecto. Con ello, en 1984 los primeros movimientos de ejecución era la aparición de los buldóceres, traídos por el contratista ejecutor para la destrucción de las antiguas edificaciones de la Carrera 3 Este y de la Plazoleta de Egipto; dejando anonadados y molestos a los vecinos del sector, quienes desesperadamente buscaron ayuda de abogados, ingenieros y arquitectos para impedir el proyecto. Un colectivo de estudiosos del Departamento de Arquitectura del Museo de Arte Moderno y universitarios de Los Andes aceptaron el clamor de los líderes comunales, estudiaron el caso y tomaron la vocería a nombre de la comunidad con el nombre de “Taller de Ciudad”; presentando oficios a la entonces Corporación La Candelaria y al IDU, para que replantearan el proyecto de la avenida y escucharan a los indignantes vecinos del barrio.

    Con los pliegos presentados por el colectivo, las entidades distritales dialogaron frecuentemente con los líderes comunales, en especial con los dignatarios de la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto y representantes de la Parroquia de Egipto, para llegar a primeros acuerdos en que la Avenida de Los Cerros fuera de dos carriles, que el Distrito Capital revitalizara la imagen adoquinada de la Plazoleta de Egipto con apoyo de Taller de Ciudad y el traslado de la tradicional plaza de mercado a una construcción más cómoda.

    Las obras grises de la denominada Avenida de la Circunvalación fueron dejadas por el IDU a la Corporación La Candelaria, entidad que aceptó la propuesta del colectivo del Taller de Ciudad en el adoquinado de la Plazoleta de Egipto y en la construcción de edificaciones como el CAI de policía, el Puesto de Socorro, la Cooperativa de Alimentos, la cancha cubierta para la JAC del Bario Egipto (que años después, era demolido para la construcción de la Estación de Bomberos de La Candelaria) y la Plaza de Mercado Rumichaca. Mientras el Banco de la República se encargaba de la remodelación del templo parroquial y los planes para la exposición de los 24 cuadros del Taller de Rubens que estaban en la Parroquia de Egipto, en el Museo del Arte Colonial.

    Finales del Siglo XX

    Llegaba la década de 1990 y las siguientes generaciones de jóvenes querían algo diferente y llamativo a todas las expresiones tradicionales del barrio: el hip hop y el break dance, aunque era recibido con la radicalidad, frialdad y negatividad de los líderes comunales. Los párrocos Cándido López, Abraham Muñoz, Luis Alfonso Pardo y Adolfo Vera dieron oportunidades para que los jóvenes, enseñados por la licenciada Gloria María Bastos, remodelaran el aspecto artístico de los Autos Sacramentales, tanto para las Fiestas de Reyes Magos, como las celebraciones de Semana Santa.

    La Alcaldía Local de La Candelaria era la instancia al que acudían los indiferentes vecinos, quienes exigían una pronta solución de seguridad por el manejo y control ilegal de las diferentes pandillas como los “Ponchos”, los “Aurelios”, o los jóvenes del sector de El Parejo; desplazando a diferentes familias que con pocos recursos propios pagaban un arriendo de inquilinato. La población se reducía, los antiguos moradores murieron y las familias que quedaban se aferraban en vivir en las casas antiguas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, experimentando la grave crisis económica y la trágica violencia familiar; dejando consecuencias de bajas calificaciones, baja conducta y deserción escolar de los niños de ese tiempo, que el único camino que vieron eran en pertenecer aquellas pandillas que controlaban clandestinamente al barrio.

    Por otro lado, la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto quería conservar el valor arquitectónico de aquellas antiguas casas, tanto artesanales y obreras como coloniales, tras ver que algunas de ellas, ubicadas en el costado occidental de la Avenida Circunvalar, eran consumidas por el fuego, seguramente por intenciones de ciertas personas que querían apropiar de ellas. Además, las acciones de la Corporación La Candelaria de reubicar la tradicional plaza de mercado al lugar de Rumichaca, cuya construcción estaba por encima del reciente canal del río San Agustín, pero esa reubicación hizo perder por completo la esencia de la plaza de mercado tradicional.

    Uno de los estandartes para las madres comunitarias de ese tiempo era el Jardín Infantil Santo Domingo Savio, que tuvo varias sedes en algunas casas del barrio, llegando a una sede principal en el costado sur del templo de la parroquia, donde impartieron enseñanzas de preescolar a más de 150 niños, hijos de padres en condición de pobreza de los sectores del Barrio Egipto, San Francisco Rural, Turbay Ayala, Los Laches y la Vereda Fátima. Lideradas por Rosa Elena Peña, madre del entonces presidente de la JAC del Barrio Egipto Pablo Rodríguez, las madres comunitarias apoyaban abiertamente a la Parroquia de Egipto en su participación las diferentes actividades religiosas, en especial de las procesiones de Semana Santa.

    El acercamiento de las autoridades y la comunidad con las pandillas para dialogar no era fácil, más si esos grupos controlaban las fronteras invisibles. Uno de los primeros intentos que realizó el alcalde local Jaime Umaña Díaz en el año 1996 era el programa “Nacer de Nuevo”, del cual involucraba a los jóvenes pandilleros de la Calle 10 y respaldadas por vecinos influyentes y queridos del barrio como el tendero Vicente Sarmiento y la madre comunitaria Celina Gutiérrez. Otro de los acercamientos con los jóvenes lo hacían los dignatarios de la Juntas de Acciones Comunales de Egipto, Turbay Ayala y Los Laches, con acompañamiento de la Parroquia de Egipto y de instituciones distritales; los jefes de las pandillas dejaran de delinquir en 1998 y dedicar a diferentes actividades laborales.

    Sin embargo, pocos meses después de dichas acciones de paz fueron olvidadas por el recrudecimiento de la violencia urbana, sólo por la obsesión del poder territorial del sector y en no abolir al negocio del microtráfico; los líderes que participaron en los actos de paz fueron acribillados por otros pandilleros, quienes querían seguir en la oscuridad de la violencia. Varios meses después, un catedrático de la Universidad Externado de Colombia decidió arriesgar en acercar hacia los jóvenes de ese momento, conllevando en las primeras acciones sociales, de las cuales los jóvenes podían ser protagonistas del desarrollo del barrio y no como antagonistas de la violencia. La Parroquia de Egipto fue la primera en acoger dicha iniciativa del catedrático.

    Comienzos del siglo XXI

    El detonante que impedía el desarrollo de las Fiestas de Reyes de los años 2003, 2004 y 2005 eran las prohibiciones de ventas de bebidas alcohólicas y de la prohibición al uso de pólvora por medio de la segunda administración del alcalde Mockus, para fortalecer su política zanahoria y endurecer el Código de Policía. Consecuencia de ello, las directivas de Bavaria decidieron retirar su patrocinio a las Fiestas de Reyes del 2004, mientras el párroco Francisco Montoya realizaba una quema simbólica, rociando agua bendita a los pocos asistentes, para quemar ese demonio que había en los corazones de los feligreses y vecinos. Lo que sí se mantuvo en ese tiempo eran las realizaciones de las actividades deportivas, de la Vara de Premios, de la misa campal y del Auto Sacramental.

    Las manifestaciones y protestas de la comunidad del Barrio Egipto en contra de las decisiones zanahorias del burgomaestre Mockus y toda su administración eran tan fuertes, que sus constantes reclamos fueron escuchados por los ediles de la Junta Administradora Local de La Candelaria, quienes lideraron la idea con los líderes comunales y las sociedades mutuales en declarar las Fiestas de Reyes como evento de interés cultural y patrimonial de la Localidad La Candelaria, mediante Acuerdo Local N° 04 de 2004.

    Tras plantear un nuevo Plan Centro en las administraciones de Luis Eduardo Garzón y de Samuel Moreno Rojas, surgió una iniciativa privada, provenientes de personajes desconocidos del barrio Egipto como el escultor Ricardo Cabrera Bedoya y la señora Sofía Kaplan Zonensham, quienes conformaron con otras personalidades interesadas la Unión Temporal de Artesanos de Egipto, cuyo propósito era comprar gran parte de las casas del barrio popular y realizar la construcción de casas de adobe de tres pisos, que estarían integrados de talleres y almacenes de artesanos de diferentes oficios. Este proyecto ilusionó a los más de 20 propietarios, la mayoría de las calles 9 y 9A, quienes vendieron sus inmuebles a la unión temporal; pero las gestiones con el Distrito tuvieron resultados nulos, de los cuales establecieron normas claras sobre el uso del suelo en el 2008 por medio de Planeación Distrital. Lo único que logró el escultor Cabrera era la creación de la Fundidora Kapyros.

    Las generaciones juveniles decidieron emprender nuevos rumbos en la parte social, deportiva y artística. Influenciadas por los aires del hip hop desde comienzos de la década de 1990, jóvenes como Freddy Piraquive, más conocido artísticamente como Yaga Flow, considerado como uno de los precursores del hip hop en Colombia y su pariente Johan Piraquive, conocido con el nombre artístico de Tian Metodológico, fueron los primeros en impulsar el rumbo artístico urbano y crearon diferentes proyectos como el Laboratorio Egipcio, la Corporación S. A. CLAN y el grupo de baile break dance Ritmo Callejero. Después apareció otro joven artista José Puin, conocido como “Mulato”, quien impulsó otro proyecto artístico denominado Urban Art y con ello la creación del primer colectivo de artistas del grafiti de la Localidad La Candelaria.

    Otros jóvenes, al ver la triste situación de inseguridad, las vidas perdidas por la violencia entre pandillas por el control del sector y el desplazamiento de los habitantes a barrios más alejados; decidieron encaminar sus propios proyectos sociales, con tal de continuar lo dejado por aquel catedrático externadista y desear un verdadero cambio del barrio en pro de los niños más pobres, para que no fueran por malos pasos. De esa preocupación surgieron dos líderes de los jóvenes del sector de San Bruno y de la Calle 10, ex pandilleros de la banda “Los Pillos”: Jaime Vargas Roncancio, alias “Calabazo” y Andrés Saavedra, alias “Pato”. Por la Calle 9A, la familia Méndez, encabezados por Elizabeth, Elena y Adrián, querían encaminar rumbos con los jóvenes del sector para olvidar la violencia.

    El Jardín Infantil Santo Domingo Savio se vio forzado por el cierre bajo órdenes del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el año 2013, dejando gran malestar a las madres de familia de los más de 100 niños que eran beneficiados del servicio escolar. Hoy, la sede del jardín infantil con todas sus instalaciones está en abandono y en el proceso lento de deterioro.

    Fundaciones actuales como Luz y Vida, liderada por Margarita Polo; Egipto con Futuro, liderada por doña Bertilda Díaz; Buena Semilla, manejada por el pastor cristiano Edinson Elías Mendoza y la creación de una nueva fundación social, basada del proyecto Breaking Borders, apoyados por el también proyecto social “Cleopatras”, liderada por doña Carmen Ibáñez. El proyecto Breaking Borders concursó en el Premio Cívico Por Una Ciudad Mejor del 2016, ocupando el quinto lugar de los más de 120 proyectos propuestos de toda Bogotá, son ayudados por el programa de voluntarios de la Universidad Externado de Colombia, que recientemente inauguró la renovada biblioteca comunitaria del Barrio Egipto, quienes dieron asesoría a la comunidad de la Localidad La Candelaria, para que el sector obtenga el certificado como Destino Turístico Sostenible por el gobierno nacional.

    Desde el año 2015, el edificio que se construyó para ser cooperativa de alimentos y funcionar en la década de 1990 como sede de salud de la Fundación Damas de Afidro FINDAFIDRO, fue adquirida por la administración distrital de Gustavo Petro, para transformarla en la Casa de Juventud Jaime Garzón. Uno de sus impulsadores fue el líder juvenil y comunal Cristian Rodríguez, más conocido en el ambiente del arte urbano como “Emigrante Diez”, quien actuó voluntariamente como San José en los últimos Autos Sacramentales en las pasadas Fiestas de Reyes del Barrio Egipto y que desempeñó como gestor de la juventud de la Secretaría de Integración Social para las localidades de Santa Fe y La Candelaria. Además de ser impulsador con eventos como la Noche Sin Miedo, realizado en el Polideportivo de Egipto y gran apoyo para los proyectos del evento Candelaria Cosplay de 2017 y la Plataforma Candelaria Joven en las ediciones del SOFA2016 y SOFA2017 en Corferias.

    Desde el año 2023, la Parroquia Nuestra Señora de Egipto es manejada por la Congregación de los Padres Basilianos, quienes se asentaron en la Casa Adonay desde la década de 1990, liderados por el rector, presbítero Pedro Miguel Mora, quien estableció nuevos métodos de acción pastoral, comunitaria y parroquial, además de apoyar con el proceso del Plan Especial de Salvaguarda a la Fiesta de Reyes Magos y Epifanía, como Patrimonio Cultural Inmaterial Intangible de Bogotá y de Colombia, de la mano con la Cofradía de Cargueros Nazarenos de la Parroquia de Egipto y la comunidad residente.

    Por: Juan Carlos Quenguan Acosta.

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